1º
domingo, 30 de agosto de 2020
Habitantes del corazón, artesanos de la integridad y la empatía... Llevar una vida íntegramente desde el corazón no es fácil. Requiere en primer lugar haber recorrido un largo trayecto interior para adquirir un adecuado auto conocimiento. Solo así logramos aceptar a su vez a los demás como a nosotros mismos.
Quien no se acepta a sí mismo, carga frustraciones e inseguridades en su interior. Un alma habitada por múltiples vacíos no resueltos solo es capaz de ver en los demás sus propios defectos, sus propias carencias.
Como puedes intuir no es sencillo poder ofrecer esa apertura, esa sinceridad en la cual nos dejamos envolver recibiendo esa mirada de quien nos sabe atender, de quien entiende el lenguaje de la comprensión y de los pequeños detalles. Ahora bien ¿Qué características están implícitas en estas personalidades?
Hay quien piensa que las personas sinceras y auténticas «vienen de fábrica», que nacen con esa luz propia.
En realidad, muchas de ellas han pasado un largo recorrido en la vida del cual, han aprendido a hilar su interior, a crecer, a madurar en emociones, prudencia y entendimiento.
La base de quien sabe vivir desde el corazón es aquel que sabe mostrar empatía.
La empatía es el mejor tributo que nos ha ofrecido nuestro cerebro social. Yo soy capaz de reconocer emociones en los demás porque a su vez, reconozco y gestiono de forma adecuada las propias.
Quien es capaz de ofrecer esa apertura tan íntegra, ahí donde la mirada no atiende solo un rostro sino que sabe leer más allá del envoltorio físico, es capaz también de sentir en su propia persona lo que nosotros sufrimos, lo que nosotros vivimos.
Este tipo de «conexiones» tan excepcionales aparecen muy pocas veces. Ahora bien, al igual que es posible que dispongas de una o dos personas con estas características en tu círculo social, puede que también tú seas así: alguien que vive la vida desde el corazón.
Adoro la gente que te mira con los ojos y ve con el corazón
Si en tu día a día conoces a alguien que enriquece la vida de la forma que sea: mediante el conocimiento, el apoyo diario, o esa complicidad que no se puede explicar con palabras, no la dejes ir.
No es fácil encontrar personas que de verdad conecten con nuestra esencia, y a su vez, nos hagan la vida más fácil sin pedir nada a cambio. Es preciso cuidarlos como el mejor de los tesoros, como el bien más preciado, porque quien vive una vida desde el corazón, solo puede ofrecer honestidad y reciprocidad.
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